Dicen que este planeta se ha convertido en un infierno; incluso, los más radicales aseveran que este planeta es El Infierno, así, con iniciales en mayúsculas.
Todo infierno está poblado
predominantemente por demonios -y criaturas afines. Me refiero a que los
demonios son los pobladores nativos
del infierno; por lo tanto, las almas en pena -y afines- no constituyen más que
lo que genéricamente se denomina población
de paso (que los más conservadores llaman turistas).
Cuando los
demonios cumplen con sus obligaciones contractuales, cobran el sueldo y
respiran con satisfacción, planean sus vacaciones. Es por eso que no es extraño
ver, cada tanto, a algún dócil demonio -algunos, inclusive, con cámara en mano-
recorriendo pacíficamente las calles de El Paraíso, deteniéndose, cada vez que
lo consideran necesario, a observar el hermoso panorama que, como es de
esperarse, los rodea a cada paso.
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